martes, 27 de marzo de 2012

Prólogo.

Sentí como si el mundo se hubiera vuelto en mi contra. Comencé a morderme las uñas con nerviosismo, recordando que días antes me había puesto unas postizas para no dañar las mías. La verdad es una vez las pinté color rojo pasión capa a capa quedaron mucho más bonitas. En ese momento me sentí como si fuera una princesa de cuento, con un vestido rosa recién planchado y ajustado a su figura. Súbitamente, me di cuenta de lo que acababa de decir e hice como si ese asqueroso y ridículo pensamiento no hubiera deambulado por mi mente, ¡el rosa no pega para nada con el rojo pasión!
Recordé súbitamente el motivo de mis nervios. Un infinito miedo me comenzó a carcomer por dentro. Empecé a desplazarme a ciegas por todos aquellos laberínticos pasillos. Intentaba convencerme de que todo volvería a la normalidad. Pero sabía que no iba a ser así. Una parte de mí, pequeña pero a la vez grande, me decía que cuando todo hubiera acabado, nada volvería a ser como antes.
Los segundos pasaban más lentos que nunca, y una fuerza me obligaba a permanecer de pie. Como si me hubieran metido una fregona por el culo. Todo estaba demasiado revolucionado y  sólo pensaba en lo que después la gente pensaría de mí. Se reirían por no haber podido vivir uno de los mejores momentos de mi vida.
Decidí matar el tiempo cogiendo mi portátil, el que, ¡gracias a Leonidas!, tenía batería.  Lo encendí y abrí mi diario y comencé a describir el terrible momento en el que me hallaba.
Mis dedos se deslizaban con rapidez por el teclado, sintiendo su tacto con delicadeza como si estuviera acariciando a un bebé recién nacido. Entonces supe que quería tener unos cuantos hijos. De hecho, fue en ese momento cuando decidí al fin que debería casarme. Pero volvamos a la historia. Regresé al salón, y los nervios casi parecían haber desaparecido. Me tumbé en el sofá y cerré los ojos, intentando relajarme. Sabía perfectamente todo lo que había pasado, y con él, mi motivo de frustración.
Entonces recordé que tenía que llamar a Marcos, hoy era día de tíos.