domingo, 15 de julio de 2012

Capítulo cuatro: La prostitución fue dura, bastante.

Aquella maravillosa estructura parecía haber sido construida por un arquitecto celestial. Se alzaba, imponente, a tan solo unos metros de nosotros. Era grande, majestuosa; era... mágica, no hay otra palabra para describirlo. Parecía la octava maravilla del mundo. Sí, esta era la tienda de cómics. Cuando entramos por la puerta de aquel maravilloso edificio, escuchamos de música de fondo la banda sonora de Star trek. Sonreí y me separé de Marcos para buscar cualquier cómic interesante. Mis dedos se deslizaban mágicamente sobre aquellos estantes repletos de cómics, disfrutando de su inigualable textura, cuando súbitamente toqué algo desagradable. Mis ojos se giraron de forma rápida, para mirar que era aquello que había disgustado a mi tacto.
-Pe-pe-pero... ¿ÉSTO QUE ES? -miré a todos los lados, sin saber dónde meterme. Y, cómo en todos los momentos de pánico, sólo se me ocurrió una solución-. ¡¡MARCOOOOOS, CORRE, VEEEEN!!
Este no tardó en venir, tan rápido como sus amorfas piernas le permitían.
-¿Qué pasa? -preguntó asustado.
Yo le miré directamente a los ojos, intentando que me comprendiese, como hago con las nenas. Pero como Marcos es Marcos, y el pobre es un tonto no me entendió.
-Tío, mira ésto -le dije, señalando aquel objeto.
Marcos casi se cae al suelo de la emoción.
-¿ESO ES UN PEDRUSCO DE KRYPTONITA?
-SÍ, ES EL PEDRUSCO DE KRYPTONITA FALSO MÁS REAL QUE HE VISTO.
-DIOS, ¿CUÁNTO CUESTA?
-¿Pero qué coño? -la emoción me bajó de golpe, como si me hubiera dado cuenta de repente de mucha información y no pudiera asimilarla-. ¡Cuesta 100 euros!
Marcos se tambaleó, dándose cuenta que ni siquiera entre los dos, y por culpa de nuestra aficción de las chuches, podríamos alcanzar semejante cifra.
-Joder... Eso... Eso son 8000 en rupias.
Nos miramos, nerviosos, sin saber que decir. Queríamos esa maravillosa pieza desde hacía muchísimo tiempo. Por primera vez, Marcos me comprendió con la mirada, y supo lo que teníamos que hacer. Y por culpa de eso, nuestras vidas cambiaron. La prostitución fue dura, bastante. Pero tras prostituirnos en una página web llamada: http://www.somossexysandweknowit.com , ganamos 200 euros. Cuando los obtuvimos, retiramos la nata de nuestros labios y corrimos a la tienda de cómics. Todo fue maravilloso, esa magnifica pieza estaba ahora expuesta en mi casa, junto a mis trofeos de natación, dibujo, baloncesto, fútbol, skate, bicicleta, snowboard... Era sin duda el mejor de todos. Los cien euros restantes se los mandamos a la madre de Marcos por correo, ya que ella los necesitaba para comprar más capuchones de bolígrafos. Había pasado ya un mes desde la absquisición de aquella pieza que conseguimos con mucho esfuerzo y trabajo. Nos hallábamos, un mes después, despatarrados por el sofá de mi casa. La televisión anunciaba los nuevos capítulos de inazuma eleven. El aire acondicionado a 26º, y nosotros enfrentándonos en una lucha en pokemon diamante. Sí, es un juego antiguo, pero nos gusta. Marcos ha ganado ya unas cuatro veces y yo solo dos, y porque Marcos se había dejado la nintendo DS en el sofá para mear.
Fue entonces cuando me pregunté por primera vez algo. Una pregunta pequeña, pero a la vez grande: ¿Debería abortar? Luego me di cuenta que no estaba embarazado y me calmé.

domingo, 24 de junio de 2012

Capítulo 3: Bomba en el sector 175

"Horas y horas desperdiciadas en el tiempo". Eso era lo que Marcos suele decir cuando una chica me pide salir. Él dice que no soy un buen partido para las nenas del mundo, más yo opino que todo lo contrario. Las chicas se pierden en mi mirada, se enamoran de mis sonrisas, se deleitan con mis cumplidos, esperan que mis caricias nunca cesen, y que a mis besos no se les vaya nunca el sabor a caramelo. Ah, sí; también desean abrir una ventana cuando mis gases interiores salen en busca de aventuras al mundo exterior.
-Tío, ¡espabila! -me aconsejó mientras palmeaba mi espalda- ¿Nos pasamos por la tienda de cómics?
-La respuesta es obvia y afirmativa. ¿Podría decirme acaso un motivo por el cual me hallase yo en condiciones de declinar la propuesta?
Él suspiró pesadamente y dirigió su mirada a mis ojos.
-Otra vez hablando de una manera poco común, destruye mis preciados artefactos de audición hablando de tal forma.
Empezamos a reírnos, aunque tuvimos que parar de una manera súbita... Porque allí estaba de nuevo. Supe que era ella por su carencia de curvas. Casi me era irreconocible con ese pasamontañas negro que cubría su espeluznante rostro.
-Carlos, tu acosadora nos persigue de nuevo.
Tras asentir levemente, comenzamos a acelerar el paso. Me sentía como en las películas, incluso escuchaba por detrás música de acción... Ah, no, era mi móvil cuyo tono de llamada no era otro que el tema principal de misión imposible. Cogí mi yofón con un aire elegante mientras me preguntaba interiormente quien sería.
-Caaaaaaaaaarlos al habla -dije susurrando, pues pese a mi mala memoria aún recordaba que seguíamos en la misión de "ESCAPIN TU DE LOCA JU FOLOU AS".
-Sabemos que usted ha puesto una bomba en el sector 175 -sonó a través del auricular.
-¡Madre de Suicune! Tengo que colgar.
Colgué. Mi mente y corazón se pararon. ¿Cómo podrían haberlo descubierto? Comencé a llorar, patalear y hacer la croqueta por el suelo. Luego respiré profundamente, para más tarde volver a llorar, patalear y hacer la croqueta (esta vez en dirección contraria). Pero luego, Marcos dijo algo que me tranquilizó bastante.
-Carlos... Tú no has hecho eso. Además, seguro que era una broma telefónica.
Sí. Definitivamente esta era vez era una de las pocas en las que Marcos tenía razón. Creo que debería subirle el sueldo. Además, la tienda de cómics comenzaba a atisbarse ligeramente al final de la calle, y no quería perder más tiempo.

martes, 8 de mayo de 2012

Capítulo 2: Dragon Ball + Líquido corrector (tippex)= Alucinaciones

Deambulaba por las calles de manera rápida, mecánica. Parecía poseído, como si únicamente me tratase de un peón del destino que conocía centímetro a centímetro la endiablada ciudad en la que me hallaba, esa siniestra Málaga. Caminaba sin rumbo... Eh, no, es verdad, me dirigía a casa de Marcos.
Pues eso, llegué a la humilde morada de Marcos. Humilde, pero bonita, no os confundáis, queridos amigos internautas. Mi amigo Marcos reside en un bajo, junto a una casa okupa. Mientras entraba al portal, tropecé con la chica que vi antes a través de la ventana de mi habitación. Iba a decirme algo, puesto que abrió la boca, cerca de la mía. Pero, por su boca, en vez de salir palabras, salió una lengua, la cual intentó introducir en mi boca. Creo que se llamo beso. No recuerdo si terminamos dándonos aquel beso porque toda mi atención fue desviada a una belleza suprema, extraordinaria, magistral y superior a la de la chica con mucha ventaja... Tan superior que me lancé a por ella. ¡SÍ, UN CROMO DE LA NUEVA VERSIÓN DE CHARIZARD Y CON EL MOVIMIENTO ENVITE ÍGNEO! ¡Y solo para mí!
Ahí estaba yo, revolviéndome por el suelo, cuando Marcos me encontró:
- ¿Se puede saber que mierdas haces en el suelo de mi rellano?
Miré a Marcos con superioridad y me levanté del suelo ágilmente.
- Rescatando a esta belleza de las garras del sucio y asqueroso suelo. -Aclaré, mostrándole mi cromo de charizard- Ese no era tu lugar, ¿verdad? Mi pequeña, seguro que has sufrido ahí. -Le hablé al cromo.
Mi querido amigo me lo arrebató de las manos con rapidez y destreza. Estuvo cinco minutos admirando la su suprema belleza, hasta que yo, cansado, le pedí que me lo devolviese. Vale, para ser francos, he modificado un poco la verdad, se lo quité sin pedírselo si quiera. 
Total, que con mis diarreas mentales, fui hasta la cocina de Marcos, el cual me invitó a unas ricas tostadas con mantequilla y mermelada. Y ahí, justo en ese momento, recapacité... ¿Qué haríamos ahora? Era aún muy temprano para salir, aún hacía frío.
- ¿Salimos a dar una vuelta? -Me preguntó tras tragar zumo.
- Vale, ¿Qué te parece ir a ver esta tarde Star Wars en 3D? La ponen en el cine.
- Y de paso ligamos.
Me acerqué a él y le palmeé el hombro.
- Claro que sí, campeón.
Y me reí, que es lo único que se puede hacer en estas situaciones. Pobre Marcos, tan cerca de todo y sin saber nada. ¿De verdad esperaba poder ligar? Él, con la cara que tiene... Hostia, casi se me olvida, es que Marcos tiene un sex-appeal que no os imagináis. A ver, es feo de cojones, pero le gusta a las chicas. Pero él cree que es guapo, y si alguien tiene que decirle la verdad, ese no seré yo, si no su espejo. Lo que me recuerda a la película que Marcos y yo intentamos grabar una vez. La película era sobre ladrones de espejos... Lo siento, me he enrollado, diarreas mentales. La historia de nuestra película es caso aparte y deberá ser contada en otra ocasión.
Salimos de la casa. Y esta acción me llevó a preguntarme cuantas veces más entraríamos y saldríamos de una casa sin permanecer más de diez minutos en ella. La verdad es que no me acuerdo bien de lo que pasó, ya que me había comido una de mis figuras de Dragon Ball recuvierta de típex (líquido corrector para los cultos). No me preguntéis como llegué a comerme eso. Y eso, que el efecto corrosivo me estaba produciendo alucinaciones.
De lo que sí me acuerdo, fue de lo que ocurrió a continuación. Ese "suceso" me cambió,  y de no ser por él, no me habría convertido en el hombre que soy hoy. Te agradecería que no se lo tuvieras en cuenta, porque él lo hizo con buena intención.

sábado, 5 de mayo de 2012

Capítulo uno: La nariz del Dr. Doofenshmirtz.

Busqué mi teléfono móvil, que por cierto, es un Iphone, o como yo le llamo, mi "yofón".
Ahora, a todos los creadores de móviles, les ha dado por poner a los móviles nombres de frutas: que si blackberry, que si la marca apple, que si  los banana phones... Los únicos originales son los de yofón.
Bueno, a lo que iba, tenía que contactar con mi querido amigo Marcos para ir a su humilde morada. No me daba miedo que pese a la temprana hora estuviese dormido, porque siempre se levanta muy temprano para ayudar a su buena mamá. Pero ya no lo hace... Su madre se marcho a otro lugar.
Es que su madre trafica con capuchones de bolígrafos, y aquí el mercado era muy malo. Tuvo que cruzar, también, porque Marcos se avergonzaba de ella, decía que los pobres capuchones no debían sufrir tanto. Eso me dio pena, porque yo estaba enamorado de ella. Es que ella era perfecta: tan simpática, agradable, divertida, graciosa, bondadosa, inocente, pedófila, amargada... Pero sobre todo, lo que más me gustaba... ESAS TETAZAS, QUE BUENA ESTABA, JODER. No sé como el tonto de Marcos pudo salir así de horripilante.
Claro está, que Marcos es todo lo contrario a mí. Yo soy alto, él es como un pitufo. Yo estoy fuerte, él es tan fuerte como el papel de fumar con el que las chonis de mi instituto se lían los porros. Yo tengo unos preciosos y llamativos ojos azul mar que engatusan a las jovencitas (y no tan jovencitas, como la madre de Marcos) y Marcos tiene los ojos negros como mi ano (que también es muy bonito, debo añadir). Mi nariz es la perfección nasal y la suya es como la de Dr. Doofenshmirtz. Mis labios son como dibujados por el mismísimo Leonardo Da Vinci y son deseables, y los suyos son tan abstractos como los de Picasso. Y por no hablar de mi hermosa melenaza, con flequillo hacia el lado izquierdo de mi rostro (derecho para los que tienen el gusto de verme de frente)  y de color negro azabache... Y bueno, de él no hay mucho que contar, está calvo.
Se escucharon tres veces esos malditos pitidos que todos los malditos teléfonos emiten, aunque prefiero eso a la horrible voz de Marcos.
-  ¡Carlos! -exclamó alargando la "o" -, ¿Cuando vas a pasarte por mi humilde morada?
-  Cuando tu madre vuelva y corra en bragas por ella gritando: "Carlitos, cómeme entera."
-  Tío, que es mi madre.
Y de nuevo a mi mente regresaron su maravillosa sonrisa juguetona. Pero me deshice de ese pensamiento, ya que Marcos estaba al teléfono y no quería empezar a emitir gemidos.
- Estoy allí en cinco minutitos, prepárate, que como te coja... No te suelto.
- Me iré desvistiendo... ¡Fiera!
- No iba por tí, no te emociones, iba por la tía buena que acaba  de pasar frente a mi casa.
Y me fijé en aquella chica, que como he dicho estaba buena... Me sonaba de algo, aunque no sabía de qué... Esos ojos misteriosos, ese cuchillo en la mano y esos escasos cinco metros de distancia a los que se encontraba de mi. De repente sacó un walkie-talkie de la mano libre del cuchillo y se lo llevó a sus carnosos labios. Creo que dijo: "Ana, le tengo".
- ¿Vas a venir ya o no?
-Que sí, pesado, y de paso me cuentas el último episodio de bakugan... Se me ha ido la luz y no he podido verlo.
Y antes de que se riera de mí, colgué. Porque, como expliqué en el capítulo anterior, cuando se te va la luz mientras que ves bakugan, uno lo pasa muy mal... Tan mal, que puedes hasta morderte las uñas postizas que tu madre te ha puesto con cariño y amor. ¡Hostias, me las tengo que quitar!

martes, 27 de marzo de 2012

Prólogo.

Sentí como si el mundo se hubiera vuelto en mi contra. Comencé a morderme las uñas con nerviosismo, recordando que días antes me había puesto unas postizas para no dañar las mías. La verdad es una vez las pinté color rojo pasión capa a capa quedaron mucho más bonitas. En ese momento me sentí como si fuera una princesa de cuento, con un vestido rosa recién planchado y ajustado a su figura. Súbitamente, me di cuenta de lo que acababa de decir e hice como si ese asqueroso y ridículo pensamiento no hubiera deambulado por mi mente, ¡el rosa no pega para nada con el rojo pasión!
Recordé súbitamente el motivo de mis nervios. Un infinito miedo me comenzó a carcomer por dentro. Empecé a desplazarme a ciegas por todos aquellos laberínticos pasillos. Intentaba convencerme de que todo volvería a la normalidad. Pero sabía que no iba a ser así. Una parte de mí, pequeña pero a la vez grande, me decía que cuando todo hubiera acabado, nada volvería a ser como antes.
Los segundos pasaban más lentos que nunca, y una fuerza me obligaba a permanecer de pie. Como si me hubieran metido una fregona por el culo. Todo estaba demasiado revolucionado y  sólo pensaba en lo que después la gente pensaría de mí. Se reirían por no haber podido vivir uno de los mejores momentos de mi vida.
Decidí matar el tiempo cogiendo mi portátil, el que, ¡gracias a Leonidas!, tenía batería.  Lo encendí y abrí mi diario y comencé a describir el terrible momento en el que me hallaba.
Mis dedos se deslizaban con rapidez por el teclado, sintiendo su tacto con delicadeza como si estuviera acariciando a un bebé recién nacido. Entonces supe que quería tener unos cuantos hijos. De hecho, fue en ese momento cuando decidí al fin que debería casarme. Pero volvamos a la historia. Regresé al salón, y los nervios casi parecían haber desaparecido. Me tumbé en el sofá y cerré los ojos, intentando relajarme. Sabía perfectamente todo lo que había pasado, y con él, mi motivo de frustración.
Entonces recordé que tenía que llamar a Marcos, hoy era día de tíos.