domingo, 24 de junio de 2012

Capítulo 3: Bomba en el sector 175

"Horas y horas desperdiciadas en el tiempo". Eso era lo que Marcos suele decir cuando una chica me pide salir. Él dice que no soy un buen partido para las nenas del mundo, más yo opino que todo lo contrario. Las chicas se pierden en mi mirada, se enamoran de mis sonrisas, se deleitan con mis cumplidos, esperan que mis caricias nunca cesen, y que a mis besos no se les vaya nunca el sabor a caramelo. Ah, sí; también desean abrir una ventana cuando mis gases interiores salen en busca de aventuras al mundo exterior.
-Tío, ¡espabila! -me aconsejó mientras palmeaba mi espalda- ¿Nos pasamos por la tienda de cómics?
-La respuesta es obvia y afirmativa. ¿Podría decirme acaso un motivo por el cual me hallase yo en condiciones de declinar la propuesta?
Él suspiró pesadamente y dirigió su mirada a mis ojos.
-Otra vez hablando de una manera poco común, destruye mis preciados artefactos de audición hablando de tal forma.
Empezamos a reírnos, aunque tuvimos que parar de una manera súbita... Porque allí estaba de nuevo. Supe que era ella por su carencia de curvas. Casi me era irreconocible con ese pasamontañas negro que cubría su espeluznante rostro.
-Carlos, tu acosadora nos persigue de nuevo.
Tras asentir levemente, comenzamos a acelerar el paso. Me sentía como en las películas, incluso escuchaba por detrás música de acción... Ah, no, era mi móvil cuyo tono de llamada no era otro que el tema principal de misión imposible. Cogí mi yofón con un aire elegante mientras me preguntaba interiormente quien sería.
-Caaaaaaaaaarlos al habla -dije susurrando, pues pese a mi mala memoria aún recordaba que seguíamos en la misión de "ESCAPIN TU DE LOCA JU FOLOU AS".
-Sabemos que usted ha puesto una bomba en el sector 175 -sonó a través del auricular.
-¡Madre de Suicune! Tengo que colgar.
Colgué. Mi mente y corazón se pararon. ¿Cómo podrían haberlo descubierto? Comencé a llorar, patalear y hacer la croqueta por el suelo. Luego respiré profundamente, para más tarde volver a llorar, patalear y hacer la croqueta (esta vez en dirección contraria). Pero luego, Marcos dijo algo que me tranquilizó bastante.
-Carlos... Tú no has hecho eso. Además, seguro que era una broma telefónica.
Sí. Definitivamente esta era vez era una de las pocas en las que Marcos tenía razón. Creo que debería subirle el sueldo. Además, la tienda de cómics comenzaba a atisbarse ligeramente al final de la calle, y no quería perder más tiempo.

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Los mandaremos a ellos porque no malgastaremos nuestro valioso tiempo en gente que no comenta en nuestra historia.
Y de paso: FUCK YOU, BITCHES! Pero con cariño, ¿Eh? Un besito